Hay
ocasiones, que el mundo nos destruye y nos deja sin fuerzas para mantener esa
idea cierta del sentido de la vida. Entonces, por nuestras cabezas pasan
numerosas ideas de ¿por qué estamos en este mundo?, ¿para que vivimos? No todos
los individuos saben quiénes son, ni por qué están viviendo, ni cuál es su
sentido en el planeta. Otros en cambio, tienen ya construidas una pirámide en
su interior, que les suministra estabilidad.
Los
sentimientos, la toma de decisiones, las experiencias nos enseñan el sentido de
nuestras vidas, porque es obvio que cada vida tiene un sentido, mayor o menor,
pero lo tiene. Hay personas que se han dejado guiar por malos sentimientos y
decisiones que les han pasado hoy en día factura. No todo está siempre en hacer
lo correcto porque tanto las buenas como malas experiencias nos ayudan a
constituirnos como individuos. Pero es necesario y obligatorio corregir
nuestros errores y no dejarnos llevar por la angustia y el miedo. Todo problema
tiene solución, y esa solución va formando nuestro sentido en la vida.
Por
tanto, vivimos para tener un sentido, porque si no tienen sentido, estaríamos
viviendo en cuerpo pero no en alma. Persigue tu sueño hasta el final, y no
dejes que nadie te lo arrebate, porque si es así, tu sentido en esta vida se
irá difuminando y poco a poco e irás
perdiendo el rumbo. Recuerda que si
fracasas, puedes volver a intentarlo, porque el verdadero humano es aquel que
descubre sus errores y rectifica para ser aun mejor y conseguir su éxito.
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